viernes, 22 de mayo de 2015

¡DEMASIADAS TARTAS PARA UNA BODA!

Un día se celebró una boda en los salones del restaurante El Capricho. Se casaban Ángel y María. Cuando los invitados casi estaban terminando la comida, llegó el repartidor de tartas. Traía la tarta de los novios y también una tarta para cada mesa de invitados. El padre de la novia se enfadó mucho y le comentó al repartidor que sólo había pedido una tarta de cuatro pisos. Con la discusión se le cayó al suelo una tarta de las pequeñas.

Los amigos del novio pensaron que era una broma nueva para animar la boda y empezaron a tirar tartas para todos los sitios: las lanzaban hacia el techo y se las tiraban unos a otros. A veces una tarta iba a parar a la cara o al vestido de algunos invitados. Otras veces, caían en las lámparas o contra las puertas. Las amigas de la novia quisieron superar a los chicos y tiraron directamente unas cuantas hacia la mesa principal y otras hacia ola barra donde estaban los camareros.

Unos niños se asustaron y se escondieron debajo de las mesas, pero otros más traviesos se salieron al jardín tirando tartas sobre los toldos y la pérgola del DJ que manejaba el equipo de música. Los familiares más serios, las dejaban en el suelo con disimulo. Una abuela con muletas las iba poniendo encima de las sillas. Dos primos de la novia las camuflaban en el césped del jardín y tres primas del novio disparaban como locas des la terraza de arriba.

Los que tuvieron más suerte se mancharon el traje, pero caso todos se escurrían en el suelo, rodaban por las escaleras o iban a parar dentro de las fuentes. Al fina, aunque aparecieron demasiadas tartas en la boda, los invitados ya no se acordaron de tomar el postre. ¡Se lo estaban pasando bomba!


Pablo Fernández Curiel, 1º B
          Pablo Fernández Curiel de 1º C

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